19:28 hs. — PERSPECTIVA: Salomé.
No quería salir de mi habitación, no tenía ganas de levantarme de la cama, no tenía ganas de cruzarme con nadie. Pero no me quedaba de otra... El asunto que pronto me había surgido era demasiado importante como para ignorarlo... Y además tenía mucha hambre.
Ya en la cocina, me preparé un bocadillo de mortadela y queso, y me fui al sofá para poder comérmelo tranquila mientras veía un poquito de televisión. No podía dejar de pensar en ello, y no tenía muchas esperanzas de que la tele me distrajera... Sin embargo, la telenovela que me encontré parecía bastante interesante.
—Bueno, ya estamos solos, ¿no? ¿Me vas a decir lo que tantas ganas tenías de decirme? —decía un adolescente muy nervioso a una chica que se había sentado a su lado en el banco de un parque.
—Sí, es que... ¡Joder, Maxi! ¡Que me da mucha vergüenza! —respondió ella, con mucha timidez.
—Decímelo, dale. Sabés que podés confiar en mí —le insistió el joven, con un marcadísimo acento argentino—