00:02 hs. - Zamira.

—¿Zami? ¿Damián? ¿Qué está pasando aquí?

Salomé abrió la puerta su casa, encontrándonos a Damián y a mí en pleno forcejeo. Nos miraba desconcertada, sin saber muy bien qué pensar o decir. Yo seguía tirando de la manga de su novio, mirándolo intranquila, y él se resistía. Pero debo decir que, a pesar de lo incómodo de la escena, el alma me volvió al cuerpo al verla.

—¿Me va a contestar alguien o...?

—Pues no lo sé, Salomé... Zamira me dijo de pronto que no quería que entrase en casa y... aquí estamos —respondió Damián, dejándome en evidencia el muy imbécil.

—¿Zami...? —dijo entonces Salomé, dedicándome una mirada confusa.

¿Qué debía hacer? ¿Qué era lo mejor? Ya "los secretos" de mi hermana estaban a salvo y, por ende, su relación con Damián. Sin embargo, no me parecía correcto dejarla irse de rositas. Salomé estaba siendo una perra asquerosa, y sentía que era responsabilidad mía hacérselo saber, así como también lo era el hacer que terminara con esa locura de una ve