Mundo ficciónIniciar sesiónAurora miró el documento que tenía frente a ella, un acta de matrimonio.
Casarse era el sueño de cualquier mujer incluso de ella, nunca imaginó que esta era la forma en la que se iba a “casar" sin ningún protocolo, sin ningún sentimiento de por medio.
Luciano estaba mirándola con sus brazos cruzados.
Esperando que se plasmara en aquel documento la firma… esa firma que la condenaría al infierno que él mismo provocaba.
Las manos de Aurora temblaron indiscutiblemente, ese miedo que le provocaba el hecho de que ahora fuera dueño de su vida, era algo con lo que no podía.
Luciano metió las manos en su bolsillo y acortó la distancia que había entre los dos.
El olor que ella emanaba, podía embriagarlo con facilidad.
A quién quería mentirle Luciano…
Desde el momento en que la había visto, algo en ella lo había cautivado algo inexplicablemente le llamó la atención.
Y es que él, admiraba la belleza cuando una mujer le llamaba su atención… y no solo la admiraba sino que también se encargaba de darle placer.
El sex0 duro, fuerte, insaciable, era su mayor medicina. La mejor forma en la que liberaba todo su estrés y en donde sus deseos más placenteros se volvían realidad.
—¿Estás dudando? —mencionó a él muy cerca de ella—. Te recuerdo perfectamente que soy tu única salida, soy tu única opción.
—¿Solo será un título, verdad? —dijo en un susurro.
Ella se giró quedando muy cerca de él. Luciano bajó su mirada y la puso en sus labios, sin maquillaje, con un tono rosa natural que incitaban a ser probados.
—Yo… solo acepté sin salida, pero si es así, si no solo es el título, no me interesa tener ningún tipo de relación con una persona como tú.
—¿Una persona como yo?
—Sí.
—Me gusta que seas capaz de decir las cosas como son, sin temor a que te corte la lengua. —Ella tragó saliva—. ¿Qué importa si es un título o debes cumplir con tu trabajo?
—Si importa, porque quiero casarme con alguien que me ame, con alguien a quien yo ame y así con cada cosa que conlleve el matrimonio.
Él soltó una sonora carcajada lámina sus labios y bajó su rostro se quedaron a la misma altura del de ella.
—Tus sueños solo serán eso… sueños. Entiende que desde el momento en que aceptaste esto, desde el momento en el que te salvé a ti y a tu hermana de ese mal nacido… desde ese momento eres mía.
—Pero… no he firmado —musitó Aurora.
—¿Crees que solo funciona esto con firmar? La firma en estos documentos es una formalidad, para que no vayas a cometer ninguna estupidez, algo de rutina, algo con lo que me das de garantía la vida de tu hermana… con este documento nuestra deuda queda saldada y tú quedas atada el tiempo que a mí se me dé la gana, a mi.
Aurora sonrió con amargura, cada cosa que pasaba era peor que la anterior.
—Y por si tienes dudas y sigues con esos sueños fuera de lugar te lo voy a dejar bastante claro: nadie puede tocarte, nadie te puede pensar, nadie puede mirarte, mientras seas de mi propiedad.
—Necesito que me prometas que vas a proteger a mi hermana, que si me importa lo que suceda la vas a proteger… ella solo es una niña y no tiene la culpa de nada de lo que esté pasando. —Ella clavó su mirada en él—. Mi vida ya no importa, solo me importa ella.
Luciano la observó con inquietud.
Aurora negó con la cabeza, era eso o que su hermana muriera a manos de Dante Russo.
Sin que él pudiera prometerle algo, ella firmó no había otras salidas.
Luego de firmar lo miró, con miedo, aunque por fuera no lo demostrara.
—¿Eso es todo?
—A partir de este momento tu hermana no saldrá de aquí hasta que yo lo decida, hasta que la deuda quede paga, ella vivirá en esta casa al igual que tú. De esa manera te tendré vigilada evitando que escapes de nuevo.
—Claro… ¿Puedo seguir trabajando en ese bar? Es una forma de no volverme loca.
—Lo puedes hacer Aurora, pero en el momento en el que alguien ponga sus ojos en ti alguien intente tocarte Te juro que le saco sus ojos y le corto sus dedos.
Luciano se giró cuando su hombre de confianza apareció con cara de problemas.
—Habla Gino.
—Dante Russo, está aquí en la casa. —Luciano esbozó una sonrisa—. Viene armado y con varios hombres.
—Perfecto, prepárate para que empiece la fiesta.
Gino asintió y salió, Luciano sacó un revólver y lo alistó para usarlo en cualquier momento. Aurora sintió terror, y lo primero que vino a su cabeza fue su hermana.
Ella sin pensarlo mucho lo tomó de la mano haciendo que él la mirara.
—No permitas que él le haga daño a mi hermana, te lo suplico.
Luciano se soltó de ella con brusquedad y salió de allí. Aurora puso la mano en su pecho, miró hacia el escritorio y vio un revólver allí.
Con sus manos temblorosas lo agarró y lo guardó en su espalda. Salió de aquel despacho rumbo al segundo piso.
Su cabeza no pensaba con claridad. De reojo vio a Dante, completamente armado.
Ella corrió, no iba a dar tiempo a que todo fuera un completo caos.
Llegó hasta la habitación en donde estaba su hermana y la vio allí sentada jugando. Rápidamente la abrazó.
—¿Estás bien… te han hecho algo?
—No, son muy amables. Me dieron comida y me trajeron algunos dibujos.
Aurora le dio una sonrisa, y un beso en su frente.
—Quiero que intentemos escapar de nuevo. No podemos quedarnos más tiempo en esta casa. Vale.
La niña movió su cabeza afirmando.
Aurora la tomó con fuerza de la mano y abrió la habitación. Los hombres corrían para bajar las escaleras sin mirar a nadie.
Ella aprovechó para tomarla de la mano, comenzaron a caminar con cautela buscando el lugar adecuado. Vio unas escaleras secundarias, unas más pequeñas comparadas por donde estaban todos.
Ellas bajaron unos cuantos escalones, pero se detuvieron cuando el hombre gordo se encontró con ellas.
Él puso una sonrisa de lado a lado.
—Mira que bonita casualidad, justo estaba pensando en ti y en las ganas que me dio hacerte mía cuando te vi bailando. Creo que de esa forma, podría olvidar por completo esta cicatriz.
—Ni lo sueñes —espetó ella colocando a su hermana detrás de su cuerpo.
Él comenzó a avanzar, Aurora mandó su mano hacia atrás y sin pensarlo mucho sacó el revólver. Él al ver lo que yo tenía en sus manos lamió sus labios, verla así, más lo excitaba.
Emma retrocedió cuando él se lanzó sobre Aurora.
Aurora jaló el gatillo unas cuantas veces lanzando tiros al aire. Sin embargo, él logró quitarle el revólver y la lanzó al suelo.
—Eres fuerte y necia, lo bueno aquí es que yo te domaré.
Entre tanto, Luciano llegó hasta el salón principal, alcanzó a ver una gran cantidad de hombres allí, pero antes de que diera un paso más escuchó los disparos al interior de la casa.
Cruzó miradas con Gino, quién de inmediato se devolvió para ver que estaba pasando.
Luciano se ubicó frente a Dante con una sonrisa cargada de victoria, Dante por su parte estaba dispuesto a todo.







