Interior – Casa de Sofía – Tarde.Después del abrazo, James se separó con cuidado. Sus ojos aún tenían un velo de confusión, pero había encontrado una pequeña isla de calma en las palabras de su madre.—Voy a mi habitación… —murmuró con un hilo de voz—. Quiero estar solo un rato.Sofía asintió sin decir nada más. Le acarició el hombro al pasar, y vio cómo su hijo subía lentamente por las escaleras, sin prisa, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. Esperó a oír la puerta cerrarse arriba antes de moverse.Fue directo al comedor, donde había dejado su teléfono sobre el mueble. Lo tomó con manos tensas, marcando sin dudar.Sonó dos veces antes de que contestaran.—¿Dime? —la voz de Vittorio se escuchó con ese tono seco y autoritario que siempre usaba, incluso para hablar con ella.—Necesito hablar contigo —dijo Sofía, sin rodeos.—No es buen momento. Estoy ocupado.—No me importa. Es sobre James.Hubo un silencio breve al otro lado. Luego un suspiro.—¿Qué hizo?—Nada. Pero vin
Interior – Habitación de James – Casa de Sofía – Mañana.La puerta de la habitación estaba entreabierta. Vittorio la empujó con suavidad y vio a su hijo sentado en el alféizar de la ventana, con los auriculares colgando del cuello y la mirada perdida entre las hojas que el viento revolvía en el jardín.James no lo miró al entrar. Solo apretó los labios y clavó la vista en el horizonte, como si no quisiera reconocer esa presencia que ya conocía de memoria. Vittorio se detuvo cerca de la puerta, las manos en los bolsillos, como si no supiera si acercarse o no.—Bonita vista —dijo al fin, su voz grave y baja—. ¿Así es como escapas del mundo?James no respondió. Solo se encogió un poco de hombros.—¿Cómo te va en la escuela? —preguntó Vittorio, avanzando hasta sentarse en la silla del escritorio, frente a la cama deshecha—. ¿Notas buenas? ¿Alguna novia?James giró lentamente la cabeza y lo miró por primera vez. Sus ojos tenían ese brillo duro de quien ha aprendido a cerrarse demasiado pro
Interior – Habitación de James – Tarde.La luz de la tarde se cuela por la ventana, tiñendo las paredes de un naranja triste. James se ha vuelto a sentar en el borde de la cama, los codos apoyados en las rodillas, la mirada clavada en sus manos. Vittorio sigue de pie, con los brazos cruzados, observando a su hijo en silencio.—No has terminado de decirme qué te pasa —dice al fin, rompiendo la tensión como una piedra rompiendo un cristal—. Me dijiste que fuiste a buscarme a la mansión. Que estabas serio. Que viste algo... ¿Qué fue, James?James suspira, cerrando los ojos. Sus labios tiemblan apenas, pero no dice nada de inmediato. El silencio se alarga. Luego, con voz baja, murmura:—Vi algo que me hizo darme cuenta de lo que realmente soy.Vittorio frunce el ceño. Su respiración se vuelve un poco más pesada. Da un paso hacia él, con cautela, como si temiera la respuesta.—James… tienes diecisiete años. Sé que estás creciendo. Que estás descubriendo cosas. Pero necesito que seas claro
Interior – Loft de Cristian – NocheLa lluvia cae suave sobre la ciudad. El cielo está cubierto, y la luz cálida del loft crea un contraste acogedor. Cristian está sentado en el sofá, con una copa de vino en la mano, revisando unos papeles. El timbre suena.Se levanta, extrañado. Al abrir la puerta, lo encuentra ahí: empapado, serio, con los ojos hinchados por algo que Cristian reconoce al instante.—Vittorio… —susurra, dejando los papeles a un lado.Vittorio no dice nada. Solo entra. Cristian cierra la puerta y lo observa moverse como un hombre que ha cargado demasiado durante el día.—¿Qué ha pasado? —pregunta con suavidad.—Mi hijo —murmura Vittorio, aún sin mirarlo—. James.Cristian frunce el ceño, camina hacia él.—¿Está bien?Vittorio asiente. Luego niega. Luego se sienta en el sofá, agotado. Cristian se sienta junto a él, paciente.—Él… me dijo algo. No directamente. Pero yo lo supe.Hace una pausa, y finalmente lo mira a los ojos.—Creo que James… se siente atraído por los chi
Corte – Interior – Casa de los Carbone.Vittorio está en su oficina, revisando papeles y tomando decisiones frías como siempre. Sin embargo, algo en el fondo de su mente lo alerta. De repente, su teléfono vibra. El nombre de Derek aparece en la pantalla. Su respiración se detiene por un instante antes de contestar.—¿Qué pasa, Derek?La voz de Derek, entrecortada y llena de miedo, le llega.—Se lo han llevado, Vittorio. James... ¡James ha sido atropellado! ¡Está... está en el hospital!El mundo de Vittorio se tambalea. Su cuerpo se endurece, su respiración se corta. Por un segundo, el sonido del teléfono se apaga en su mente. Solo se escucha el retumbar de su propio corazón.—¿Dónde está él ahora? —logra decir, su voz rota de angustia.—Está en el hospital. No sé cómo está, Vittorio. No sé si sobrevivirá. ¡Vas a perder a tu hijo!Vittorio cuelga rápidamente, sin decir una palabra más. La furia y el terror lo arrastran en segundos. En su mente, las imágenes de James caído, herido, se r
Interior – Hospital, pasillo frente a la habitación de James – Noche.El tic tac del reloj en la pared es lo único que se escucha mientras Vittorio permanece de pie frente a la puerta cerrada. Lleva horas sin moverse, con la espalda apoyada contra la pared, los ojos fijos en el suelo, la mandíbula tensa. Cristian, más adelante en el pasillo, fuma en silencio, sabiendo que cualquier palabra estaría de más. La herida en Vittorio no es física, pero sangra igual.Sofía emerge de la habitación, pálida, los ojos cansados, el maquillaje corrido. Ha estado al lado de James desde que permitieron las visitas. Mira a Vittorio como si cargara un peso insoportable y, por primera vez en años, ya no hay furia en sus ojos. Solo desilusión. Un cansancio que nace del dolor acumulado.—Necesito hablar contigo. A solas.Vittorio la observa sin responder de inmediato. Luego asiente, le lanza una mirada a Cristian y ambos se alejan hasta una esquina más apartada del pasillo. La tensión entre ellos es palpa
Interior – Habitación de hospital, al día siguiente – MediodíaLa luz blanca del hospital entra a través de la ventana con una suavidad que contrasta con la pesadez del ambiente. Monitores emiten sonidos rítmicos. Las cortinas se mueven levemente con la brisa de una pequeña ventana entreabierta.James abre los ojos con lentitud. Sus pupilas tiemblan al acostumbrarse a la claridad. El dolor es un recordatorio inmediato. En la pierna, en el costado, en el pecho. Intenta moverse, pero un quejido se escapa de sus labios.—¡James! —la voz de Sofía se rompe al pronunciarlo. Corre hacia él y le toma la mano con fuerza—. Tranquilo, mi amor… estás bien. Todo está bien.Él la mira confundido, los labios secos, los recuerdos difusos como humo.—¿Qué… pasó? —pregunta con esfuerzo.Sofía acaricia su frente, traga saliva y sonríe con ternura.—Un coche. Fue un accidente. Pero ya estás fuera de peligro. Estás aquí, conmigo.James parpadea. El recuerdo regresa a pedazos. Salía del colegio. Vio a Dere
Interior – Mansión Carbone, despacho de Vittorio – Semanas más tarde. — Atardecer.Las sombras del atardecer se filtran por las ventanas altas del despacho. Todo está en orden: libros alineados, el aroma tenue de madera encerada, y Vittorio inclinado sobre el escritorio firmando papeles, con la chaqueta colgada del respaldo de la silla.La puerta se abre de golpe.Vittorio levanta la vista, y su cuerpo se queda congelado al ver a James entrando, aún con el brazo vendado, el rostro marcado por una sombra de rabia contenida. Por un instante, la coraza del hombre poderoso se resquebraja. Pero solo por dentro.—James... —musita con un intento torpe de sonrisa, forzando la voz grave a sonar serena—. Me alegra verte de pie.James no responde. Avanza firme. Sus pasos resuenan contra el mármol del suelo hasta detenerse frente al escritorio.—¿Es cierto? —pregunta con los ojos fijos en su padre—. ¿Es cierto que no fuiste ni un solo día al hospital?Vittorio lo observa en silencio. Se inclina h