Se levantó del sillón y comenzó a caminar lentamente por la sala, como si reviviera cada segundo.
—Ella era la hija del poderoso Señor Martín, amigo de mi padre. Inteligente. Hermosa. Ambiciosa. Y sobre todo, devota del poder. Me casé con ella como un prisionero que firma su sentencia. Pero jamás dejé de ver a Cristian. Nos seguíamos viendo en secreto. Nos encontrábamos en lugares remotos, como adolescentes desesperados. Cada beso era una guerra ganada. Cada noche juntos era un desafío al infierno.
—¿Y Sofía lo supo? —preguntó James, sin poder contenerse.
Vittorio asintió, con la mirada dura.
—Claro que lo supo. Siempre lo supo. Pero al principio le convenía callar. Mientras tuviera mi apellido, mi dinero y mi familia detrás, le daba igual a quién amara yo en secreto. Pero con el tiempo... se hartó. O tal vez se enamoró de mí, quién sabe. Lo cierto es que una noche, me atreví, estuviste con Cristian en nuestra propia habitación, ellas nos vió.—Vittorio se detuvo y miró a su hijo direc