Tarde tres días en volver en silencio, durante esos días no cruce palabra alguna con Valentino a pesar de notar su preocupación por mi estado. El medico había descubierto que había sufrido un ataque de pánico y le recomendó que lo mejor era mantenerme en completa calma para no despertar en mi la ansiedad y el estrés del momento.
Quizás para él era más difícil que para mí el asimilar aquello que mis ojos presenciaron esa noche, la sangre de Michel bajar por su cuerpo inerte, su rostro desfigurado, la sangre por las baldosas de la mansión. Todo se revolvía en mi cabeza como una película de horror. Regresé a mi pasado con aquellas escenas, regresé a aquello que mi mente, mi corazón se negaba a confesar y dejar salir.
Porque no me atrevía a decírselo. Aquel pasado me condenaría para siempre ante los ojos de cualquiera y no quería sufrir de nuevo.
—No ha probado mayor bocado hoy señor —escucho al ama de llaves decirle mientras mi vista se fija en el paisaje que se dibuja por el balcón—. Me