Gracia
Al día siguiente, seguí a la asistente de Tristán hacia la sede de la Corporación Rivera. Era una torre de cristal en el corazón de la ciudad que opacaba la arquitectura de las demás torres.
En el pasado, yo evaluaba sus diseños para mis proyectos. Ahora estaba allí, caminando a través de las puertas de cristal, directo al elevador para conseguir un trabajo.
Nunca habría soñado con eso antes. Mamá y papá jamás me habrían permitido trabajar porque querían que Lucía siempre tuviera éxito usando mi trabajo, y no podían arriesgarse a que el mundo supiera que yo estaba detrás de todo lo que ella había afirmado diseñar.
Ese pensamiento me hizo detenerme en el vestíbulo. La pantalla grande en el área de espera mostraba las noticias de última hora del día.
El rostro furioso de mamá y los ojos de disgusto de papá, todo apestaba a maldad en el video que se reproducía. Sus palabras ásperas quedaron grabadas en un audio claro, sin dejar lugar a dudas. Pero mi rostro estaba oculto porque me