Gracia
—Están aquí por la señora Calderón. Ella lo denunció por secuestro. —Declaró José con neutralidad.
—¡Sácalos. De. Aquí. Carajo! —Esteban enfatizó cada palabra como si ya hubiera tenido suficiente de todo ese drama.
—Lo habría hecho, jefe. Pero no vinieron solos. —Suspiró el pobre José. Rara vez lo había escuchado hacer eso.
Mis labios formaron una O mientras reproducía el video en mi teléfono y lo ponía en silencio. El video estaba bastante bien: Mamá, papá, Esteban y Lucía... todos quedaron grabados con sus verdaderos rostros.
—Tristán Rivera está con ellos y por lo que parece, no se irá sin la señora Calderón. —José soltó la bomba.
—¿Qué demonios dijiste?
Mi corazón se saltó un latido de forma extraña. Realmente estaba allí, en persona.
Antes, cuando me pregunté a quién podría pedirle ayuda, él fue el único en quien pude pensar.
Esteban podía deshacerse fácilmente de la policía y de cualquier otro departamento legal, pero Tristán parecía tener cierto poder.
Aún tenía que descu