Gracia
Después de una hora, el auto se detuvo frente a una torre imponente. Clavé la mirada en el sobre que tenía entre las manos, completamente ajena a la mirada penetrante que Tristán mantenía fija en mí.
—Soy dueño del penthouse, así que puedes quedarte el tiempo que quieras. —Dijo con voz profunda y grave.
—Sigo sin entenderlo... ¿qué es lo que quieres realmente? —Susurré, manteniendo la vista en el sobre.
—Ya te lo dije, quiero que trabajes para mí. —Repitió Tristán.
—¿Qué ganarías al tenerme trabajando para ti? No tengo experiencia y no soy de mucha ayuda en nada. —Suspiré, encontrando su mirada y sintiendo que se me cortaba la respiración.
—A los 17 años ganaste el concurso internacional del mejor diseño arquitectónico. Después, Esteban usó tu diseño y ganó millones. Sorprendentemente, tu hermana se llevó todo el crédito en su empresa. —Se acomodó los puños de la camisa, apartando la mirada de mí.
Un nudo se me cerró en la garganta mientras lo miraba fijamente.
Lucía me había pe