Lara
Siento que el corazón se me detiene, al igual que la respiración. El temor me embarga y todo mi cuerpo tiembla.
No sé qué emoción me gobierna; tampoco puedo percibir el sabor del beso, que me invade con una habilidad impresionante.
No me sabe a nada y mi loba se ha inquietado de forma desagradable.
Yo lo había deseado, pero al suceder me siento sucia y culpable, como si estuviera cometiendo un crimen.
Arion nota que no le correspondo y se aparta lentamente, incrédulo y con un brillo de decepción en la mirada que me causa tristeza.
Soy un desastre...
¿Cómo puedo querer algo y al mismo tiempo rechazarlo?
—Ya está hecho —dice, y su voz suena hueca—. De ahora en adelante podremos comunicarnos a distancia.
Se aparta de mí con una rigidez no propia y la mirada perdida, como si se cuestionara algo.
La cena transcurre en un silencio incómodo, diría asfixiante. Solo quiero salir corriendo y maldecir a Killiam. Todo es su culpa.
Estoy condenada a un lazo que me está matando lentamente, pr