Lara
Mis ojos recorren, perplejos, cada centímetro de este sitio tan peculiar, hermoso y… sublime.
Mis pies descalzos pisan con cuidado el suelo cristalino; temo que un movimiento brusco lo rompa mientras salgo a lo que parece un balcón.
El cielo no me recibe, pues todo está cubierto por paredes de cristal, como si un domo sellara la edificación.
Sin embargo, hay enormes ventanales —o al menos así comparo el inusitado balcón— que me regalan una vista etérea de montañas colosales, paisajes de ensueño y un lago tan cristalino como el piso y las paredes de este edificio.
Entonces lo recuerdo.
Arion y yo viajamos en un extraño animal llamado bolaio, a una velocidad extrema que nos trajo hasta un edificio blanco con dorado, en medio de una comunidad hermosa y rodeada de naturaleza.
Oh…
¿Qué parte de la edificación es esta?
Me acerco a las barandillas, y mirar hacia abajo me provoca un mareo.
—Guau, esto ha de ser muy alto —musito mientras observo las nubes blancas mezcladas con rosa a mi