Killiam
El frío en este bosque es insoportable y me quema la piel sin una pizca de piedad.
¿Será que estoy desnudo?
La presencia de alguien o algo capta mi atención, y mi mirada de lobo hurga entre la oscuridad de los árboles.
Una sombra se mueve rápido, como si estuviera huyendo.
Es entonces cuando mi olfato reconoce la mezcla de jacintos con rosas.
—Lara... —susurro, y mi corazón golpea con violencia en mi pecho.
Con la respiración agitada, corro hacia ella, pero su agilidad me impide siquiera ver su forma.
Salimos del grosor del bosque y llegamos a un valle iluminado por la luna llena y las libélulas que vuelan a nuestro alrededor.
Entonces su imagen es clara ante mí. Aunque no veo su rostro, reconozco su vestido violeta, ese que usó el día que la presenté a la manada como mi luna y reina. El día que dejé mi marca en su cuello como sello de nuestro lazo.
Su cabello blanco resalta en la oscuridad y su brillo natural se fusiona con la luz de la luna.
La imagen es etérea y maravillos