El cielo de Bogotá anunciaba tormenta, aunque no llovía. Era una de esas noches que pesan en el aire, en el pecho, en los huesos. Las noticias seguían enloquecidas con la filtración. El caso Duarte tenía nuevo nombre: **"El Estado Profundo"**. Y Valentina lo sabía: Isabel no se quedaría quieta.
Tomás lo dijo en voz baja, con el tono grave de quien intuye el peligro:
—Ella no se va a dejar hundir. Está acorralada… y las serpientes atacan justo ahí.
Valentina asintió. Su intuición vibraba. Algo oscuro se gestaba, y era cuestión de horas.
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21:12 PM – Zona Norte de Bogotá
El senador Orjuela salía de una cena privada en un restaurante de lujo, acompañado de su escolta y su chofer. Su rostro era pálido, nervioso. Desde que las filtraciones lo vincularon con las fundaciones fachada, había intentado negociar su silencio por inmunidad. Pero nadie respondía sus llamadas. Nadie quería mancharse.
Entró al vehículo blindado. Tres metros después, cuando el motor rugió, una explosión sorda sacudi