87. El adiós que no fue
Algunas despedidas no se hacen con palabras, sino con heridas que nunca terminan de cerrar.
Las ruinas del alma
El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Giulia despertó sobresaltada, empapada en sudor frío. Afuera, la lluvia seguía cayendo con un ritmo obstinado, golpeando los vidrios como si el cielo mismo llorara lo que ella aún no podía.
Encendió la luz. La habitación estaba en desorden: papeles, ropa tirada, botellas vacías. Todo olía a humo y desesperación. No había dormido realmente en días, solo caía en lapsos de inconsciencia donde los recuerdos de Nico la perseguían sin descanso.
Se levantó con torpeza, caminando descalza hasta la ventana. Las luces de la ciudad parecían más lejanas que nunca. En la pantalla de su celular, seguía abierto el último mensaje que él le había enviado: “Voy en camino. No te muevas, Giulia.”
Nada más.
Después, el silencio.
Y luego… la explosión.
— No puede ser que te hayas ido así… —susurró, con la voz quebrada.
El sonido de su respiración l