98. El eco del último latido
La visita que nunca debió llegar
La casa donde Luca se aloja en Puerto Viejo está sumida en un silencio espeso, de esos que te avisan que algo va a romperse en cualquier segundo. Afuera, la noche es húmeda, oscura, pegajosa… casi ominosa. Luca está sentado frente a una mesa que no le pertenece, con un vaso de whisky que tampoco pidió. No ha dormido. No piensa hacerlo.
Está tensado por dentro, sostenido por hilos invisibles.
Su mente está en Valentina.
En Elara.
En todo lo que no entiende.
En todo lo que no controla.
Escucha un ruido. Mínimo. Un clic metálico.
Un seguro.
Un arma.
Luca alza la vista.
La sombra avanza antes que la figura.
La habitación pierde temperatura.
Y entonces, la respiración de Luca se detiene como si alguien la hubiera arrancado.
Ahí está.
De pie.
Entero.
Con una cicatriz nueva en la mandíbula y una expresión que él conoce demasiado bien.
Nico.
--No estás muerto --murmura Luca, casi sin aire.
Nico sonríe, pero es una sonrisa triste, torcida, cargada de secretos q