81. Cenizas en el viento
A veces, el fuego no destruye. Solo revela lo que siempre ardió dentro.
Bajo la tormenta
El teléfono sonó tres veces antes de que Luca contestara. No miró el número, no pensó; solo lo hizo.
--¿Qué pasa? --dijo con voz grave, aún somnolienta.
--Luca… es Nico --la voz de Giulia temblaba, desgarrada--. Su coche… su coche explotó.
El silencio se hizo espeso, mortal. Luca se quedó quieto, con el teléfono pegado a la oreja, sin poder articular palabra. Afuera, la lluvia golpeaba los ventanales del viñedo como si también quisiera entrar.
--¿Dónde? --preguntó finalmente, apenas un susurro.
--En la autopista, cerca del desvío de la colina norte. Los bomberos… --la voz se quebró--. No dejaron que me acercara. Luca, no hay nada… solo fuego.
El sonido de las llaves chocando contra el mármol rompió el silencio. Luca ya estaba saliendo. No se abrochó el abrigo, no tomó paraguas.
El viento le azotó el rostro al abrir la puerta del coche y el rugido del motor resonó en la noche.
El camino se extendía