65. El eco del poder
Algunos silencios pesan más que los disparos. Y a veces, amar también es una forma de traicionar.
La visita inesperada
El reloj de pared marcaba las diez y media de la mañana cuando Valentina levantó la vista de su cuaderno. En la pequeña oficina que había montado semanas atrás, el silencio era casi perfecto, solo interrumpido por el tecleo constante de su computadora y el murmullo lejano del tráfico.
El escritorio estaba cubierto de notas, recortes de periódicos y grabaciones dispersas. Una taza de café frío reposaba junto a un montón de documentos. Valentina se frotó las sienes, agotada, y volvió a leer la frase que acababa de escribir: “La verdad es el arma más peligrosa cuando se usa contra quienes viven de las mentiras.”
Suspiró. Aquella línea sonaba bien, pero sentía que le faltaba algo… quizás porque, últimamente, cada palabra que escribía le parecía una forma de invocarlo a él.
El golpe suave en la puerta la sobresaltó.
--Está abierto --dijo, sin apartar la vista de la pantall