19. Entre sombras cotidianas
A veces, la rutina es la mejor máscara para los secretos más oscuros.
Una mañana tranquila en casa
El sol de media mañana entraba a través de las cortinas claras, tiñendo el comedor de un dorado suave. Valentina se giró en la cama antes de abrir los ojos por completo. Por un segundo, confundida, buscó el murmullo del bosque, el crujido de la chimenea apagada, la calma pesada de la cabaña. Pero lo que encontró fue el zumbido de la calle, el sonido de un motor que arrancaba en doble fila y la voz lejana de un vecino discutiendo en la acera.
Dejó escapar un suspiro largo. Era mejor así, se dijo. Estaba en casa, lejos de la influencia de Luca, lejos de ese calor extraño que la desarmaba sin permiso. Y sin embargo, la cama se le antojaba más vacía que nunca.
Se levantó, se puso una camiseta holgada y entró a la cocina, donde Martina ya estaba sentada frente a un tazón de cereal, con el celular en la mano.
-- Buenos días -- dijo Valentina, rascándose el cabello todavía enredado.
-- Buenos -