Una muchacha joven y de belleza discreta los miraba con expresión de horror, parada a unos cuantos metros de ellos. Se cubrió el rostro y salió corriendo hacia el interior de la casa.
—Joder —exclamó Sheily, jadeante—. ¿Esa era tu novia?
—Yo no tengo novia —dijo Zack, divertido—, pero acabamos de traumatizar a la cocinera.
Sheily rio, ya pasado el espanto de ser sorprendida en tan íntimo momento y volvió a la acción, como si nada hubiera pasado. Zack tendría que agregar el término «resiliente» a la larga lista de calificativos que tenía para definirla.
Lo hicieron rápido y se corrieron a gusto, sin procurar ser silenciosos pese a que ya no estaban solos en casa. Sheily descansó sobre el pecho de Zack y él la abrazó, luego de cubrirla con la manta.
—¿Alguna queja? —preguntó él y Sheily volvió a reír por su fanfarronería—. Lo digo en serio, la comunicación es fundamental y me gusta que seas tan frontal y descarnada al respecto, así que dispara, mi ego de hombre se ha fortalecido desde