Capitulo 52. El Caballo De Troya
La voz de Silvio Romano se desvaneció, pero la amenaza permaneció, colgando en el aire del búnker como un gas venenoso. Una citación. Una demanda de rendición pública. La trampa era tan brutal como brillante, diseñada para explotar la única debilidad que le quedaba a Isabela: su conciencia.
La reacción de Alessandro fue instantánea, una explosión de control protector nacido de su trauma más profundo.
—No —dijo, su voz era un muro de acero. Se acercó y apagó la pantalla, como si borrar la imagen pudiera borrar la amenaza—. No irás. Te encerraré en esta habitación yo mismo si es necesario. Se acabó.
Era una reacción de manual, la del rey volviendo a construir los muros de su jaula para proteger a su posesión más preciada. Era la vuelta al Alessandro del principio: el carcelero, el controlador.
Pero la mujer que tenía delante ya no era esa prisionera.
—No tienes derecho a tomar esa decisión —respondió Isabela, su voz baja, pero vibrando con una furia helada. La culpa por Abril ardía en e