Capitulo 37. La Memoria de Elena
La mentira de Alessandro, grandiosa y trágica en su concepción, se asentó en el aire del búnker como una niebla espesa y sofocante. Él se movía con una nueva y falsa ligereza, una confianza forzada de quien cree haber sellado la grieta en su armadura. Creía haberle dado a Isabela una razón noble para su cautiverio, una historia de honor y sacrificio que ella, como heredera de un gran legado, debería respetar y aceptar. Pero para Isabela, su historia no era un bálsamo. Era un mapa detallado y bellamente dibujado de su engaño. Y sabía que solo había una persona en el mundo que podía ser el árbitro de la verdad histórica de la familia Moretti, una persona cuya lealtad no era hacia el nuevo y complicado rey, sino hacia el recuerdo del antiguo.
Elena.
Isabela esperó el momento perfecto. No buscó a la gobernanta en la sala de control, un lugar que apestaba a la autoridad de Alessandro. No la interrumpió durante sus rondas. Esperó a la calma de la tarde, cuando el búnker estaba en silencio y