La noche se extendía como un manto de tinta sobre la mansión Blackthorn. Brianna permanecía despierta, con los ojos fijos en el techo de su habitación mientras las palabras de Lucan resonaban en su mente como un eco interminable: "Tu sangre no es solo humana."
Se incorporó de golpe, sintiendo que el aire le faltaba. Había intentado ignorar aquella revelación durante días, fingiendo que no le afectaba, que no despertaba preguntas que llevaba años enterrando. Pero la verdad era que no podía seguir así. Necesitaba respuestas.
Con determinación, se levantó y se envolvió en una bata de seda. El reloj marcaba las tres de la madrugada, la hora perfecta para explorar sin ser vista. Sabía que Damien estaría en su despacho o quizás en alguna reunión con su círculo interno. Los pasillos estarían desiertos.
La biblioteca de los alfas era un lugar prohibido para ella. Damien se lo había dejado claro el primer día, con aquella mirada gélida que no admitía réplica. Pero esta noche, las reglas no imp