Las noches tranquilas en las colinas del pueblo se habían convertido en el escenario de las conversaciones más profundas entre Luca y Bianca. Desde el porche de su casa, con la brisa suave acariciando sus rostros y sus hijos durmiendo plácidamente, hablaban de sueños, miedos y el futuro. Fue en una de esas noches que surgió una pregunta que los hizo reflexionar profundamente:
—¿Qué les dejaremos a Matteo y Aurora? —preguntó Luca, mirando al cielo estrellado.
Bianca, quien tenía una taza de té entre las manos, se quedó en silencio por un momento antes de responder:
—Les dejaremos amor, eso seguro. Pero también quiero que tengan algo más, algo que inspire a otros.