El sonido del viento acariciando las colinas del pequeño pueblo acompañaba a Bianca mientras caminaba hacia la galería, sosteniendo en sus manos una taza de té de hierbas. Se sentía diferente, aunque no podía definir exactamente cómo. Había notado ciertos cambios en su cuerpo en los últimos días, pero asumió que era el cansancio del trabajo y la vida cotidiana con un Matteo cada vez más activo.
Sin embargo, esa tarde, después de un leve mareo, decidió visitar a la doctora del pueblo. La consulta fue breve, y el resultado la dejó atónita.
—Bianca, estás embarazada.
El corazón de Bianca se detuvo por un instante antes de acelerarse. La noticia