El silencio en la oficina de Marcos Soler era tan denso que Clara casi podía tocarlo. Los ojos del CEO la escrutaban con una intensidad que la hacía sentir como un insecto bajo un microscopio. Había algo en su mirada que no solo era frío, sino también desafiante, como si la estuviera probando, evaluando cada fibra de su ser. Clara se enderezó en la silla, decidida a no mostrar debilidad ante "El Tirano".
"Sofía García le habrá explicado mi interés en su trabajo", comenzó Marcos, con un tono que no admitía objeciones, su voz grave resonando en el amplio espacio. No había preámbulos, ni cortesías innecesarias. Directo al grano. "Quiero una novela que rompa moldes. Que tenga la sensibilidad de sus romances, pero la crudeza de la vida real. Una historia que explore las sombras tanto como la luz. Y quiero que se base en la vida de un personaje misterioso que yo le proporcionaré." Clara mantuvo la compostura, aunque su mente trabajaba a mil por hora. Era la misma propuesta que Sofía le había adelantado, pero escucharla de boca de Marcos Soler le daba una dimensión completamente diferente. Sonaba menos a una oportunidad y más a una orden. "¿Y qué historia es esa?", preguntó Clara, su voz firme, aunque por dentro sentía una mezcla de nerviosismo y una extraña excitación. La curiosidad era una fuerza poderosa, y la idea de desentrañar un misterio la atraía irremediablemente. Marcos se inclinó ligeramente sobre el escritorio, sus ojos fijos en los de ella. "Es la historia de un hombre. Un hombre que ha visto lo peor de la naturaleza humana, que ha sido traicionado de la forma más cruel, y que ha construido un imperio sobre las ruinas de su pasado. Un hombre que, a pesar de todo, busca la redención, aunque no lo admita ni a sí mismo." Clara escuchó con atención, y una parte de ella supo, con una certeza inquebrantable, que Marcos Soler no estaba hablando de un personaje ficticio cualquiera. Estaba hablando de sí mismo. La idea era audaz, casi insolente. ¿Quería que ella, la "reina del romance", escribiera su biografía novelada, con todos sus claroscuros? "¿Y quién es ese hombre?", preguntó Clara, aunque ya tenía una fuerte sospecha, una que le provocaba un escalofrío en la espalda. Marcos sonrió, una sonrisa apenas perceptible que no llegaba a sus ojos, una mueca más que una expresión de alegría. "Ese hombre soy yo, señorita Romero." La confirmación la golpeó con la fuerza de una revelación. La propuesta era aún más personal, más arriesgada de lo que había imaginado. Escribir sobre "El Tirano", desentrañar sus secretos, encontrar el romance en la oscuridad de su vida. Era una locura. Pero una locura que, de alguna manera, la atraía. Era el desafío definitivo, la oportunidad de romper con todo lo que había hecho hasta ahora. "¿Y qué me garantiza que podré hacerlo?", preguntó Clara, la voz apenas un susurro, sintiendo el peso de la responsabilidad. "Su talento, señorita Romero. He leído sus novelas. Tiene una voz única, una capacidad para conectar con la emoción humana que pocos tienen. Y creo que si canaliza eso hacia algo más... crudo, el resultado será explosivo. Usted es la única capaz de ver más allá de la superficie. De encontrar la luz en la oscuridad. El amor en el cinismo." Marcos se recostó en su silla, observándola con una intensidad que la hizo sentir desnuda, como si pudiera leer sus pensamientos. "El contrato es generoso. El adelanto que recibirá será sustancial. La libertad creativa, dentro de los límites de la historia que le proporcionaré, será suya. Y el respaldo de esta editorial, ilimitado." Clara miró a su alrededor, al lujo de la oficina, a la vista panorámica de Madrid que se extendía bajo ellos, al hombre que la desafiaba con su mirada inquebrantable. Era una oportunidad única, una que podría catapultarla a una nueva dimensión literaria, romper su bloqueo y redefinir su carrera. O destrozarla por completo si fallaba. Pero el miedo al fracaso era superado por la sed de un nuevo reto. "Acepto", dijo Clara, la palabra saliendo de sus labios antes de que pudiera pensarlo dos veces, una decisión impulsiva pero cargada de una extraña convicción. Marcos Soler asintió, una expresión de satisfacción apenas visible en su rostro. Era una victoria para él, lo sabía. "Excelente. Mañana mismo, mi secretaria, Doña Elena Prieto, le proporcionará los primeros materiales. Un dossier con información básica y algunos contactos clave. Y a partir de ahora, señorita Romero, usted y yo vamos a trabajar muy de cerca. Espero resultados." Clara sintió un nudo en el estómago. El desafío había comenzado. Y con él, la intriga de desentrañar al hombre que había apodado "El Tirano", y de encontrar la historia de amor en su corazón de piedra. La pluma, por fin, volvía a sentir el impulso de la pasión, aunque fuera una pasión nacida del conflicto.