La Gran Vía de Madrid, iluminada por los neones de los teatros y las luces de los escaparates, parecía más vibrante que nunca. Dentro del opulento salón del Círculo de Bellas Artes, donde se celebraba la gala anual de la Asociación de Editores, el brillo era aún más intenso. Cientos de luces de araña de cristal proyectaban destellos sobre los trajes de noche y los vestidos de alta costura, creando un espectáculo deslumbrante. Clara, sin embargo, se sentía como un pez fuera del agua. Había elegido un vestido sencillo, de seda azul noche, que contrastaba con los volantes y los brillos que la rodeaban. Su cabello castaño, normalmente suelto, estaba recogido en un moño elegante, y apenas llevaba maquillaje. Quería pasar desapercibida, ser una observadora, no el centro de atención. Pero su fama la precedía. Cada pocos pasos, alguien la detenía para felicitarla por su última novela, para preguntarle cuándo saldría la siguiente, o para intentar sonsacarle algún secreto sobre su proceso c
Ler mais