01. Una difícil decisión
Livia giraba el bolígrafo entre los dedos, el clic metálico resonando como un metrónomo nervioso en la sala. Escuchaba al hombre sentado frente a ella, aunque su mente viajaba a otro lado. Había regresado hacía apenas dos días de la Cuenca Pérmica y lo único que deseaba era pasar la tarde en casa de su hermano, conocer a su nuevo sobrino, Teo, y olvidar el polvo y el cansancio del viaje.
—¿Está usted loco? —soltó al fin, cuando el hombre empujó una carpeta gruesa sobre el escritorio.
—No, señorita Livia —respondió él con fría calma—. Ahí lo dice muy claro: es usted la heredera de un gran emporio. Pero para hacer efectiva la entrega de su herencia… deberá volar a Los Ángeles de manera inmediata.
Livia permaneció en silencio, observó la carpeta como si fuera una serpiente enroscada, lista para atacar. De cierta manera, tal vez lo era.
—No tengo nada que hacer en Los Ángeles, señor… —Livia titubeó; no recordaba el apellido del abogado. Tenía demasiadas cosas en