21. No te disculpes
Bastian no era un hombre experto, pero tampoco era un principiante en estos temas. Había besado a más de una chica en sus cortos dieciocho años, pero seguía soltero y sin compromiso. Sin embargo, hasta que conoció a Livia Ridley no había deseado tener una relación estable y profunda.
Y ahora, no era a Livia a quien besaba, sino a Kala, su mejor amiga. ¿Qué clase de hombre era? Se había sentido atraído hacia Livia, pero el beso torpe y húmedo de Kala encendió una llamarada en su pecho. Un cosquilleo extraño recorrió su piel, como si estuviera a punto de hacer algo prohibido, pero deseado.
Él no se apartó. Sus labios permanecieron unidos por un instante más antes de separarse. Sus respiraciones eran desiguales, agitadas y llenas de nerviosismo. Fue como si el alcohol de repente se hubiese disipado de sus cuerpos.
Kala no apartó la mirada de los labios húmedos de Bastian.
—Kala —empezó a decir él con voz ronca, cargada de algo que ella no supo descifrar. No tenía idea