20. Bésame
Livia no pensó en sus actos, fue un mero impulso lo que la llevó a seguir a Garrett desde la compañía hasta su casa. O es lo que ella esperaba.
El tráfico a esas horas estaba más despejado, lo que facilitó su misión. El taxi tomó la avenida principal, después una calle más estrecha, menos concurrida. Se detuvo y Garrett bajó del taxi.
—¿Adónde vas, Garrett? —susurró Livia para sí, apretando con fuerza el volante. Sus nudillos perdieron el color y, por un momento, pensó que era mejor volver y olvidarse de esa absurda persecución.
Sin embargo, Garrett no le dio tiempo, volvió antes de lo esperado, subió al taxi y retomó la marcha hasta detenerse frente al edificio donde él vivía.
Livia se estacionó a varios metros para no ser descubierta. El corazón le latía a toda prisa, como si fuera a salirse de su pecho. ¿Qué es lo que estaba haciendo siguiendo a Garrett?
Esto no era normal, estaba cruzando el límite. Pasar una noche con Garrett no le daba ese derecho; además, se daba cu