19. Masoquista
Livia no se movió del umbral. Estaba paralizada, con la mano aún en la manija de la puerta, sopesando la posibilidad de huir a la oficina de Garrett. La idea casi la hizo reír, tendría una muy buena excusa para quedarse con él.
—¿Te atreves a reírte? —La pregunta de Kala automáticamente le borró la sonrisa y fue reemplazada por una mueca.
—Buenos días para ti también, Kala —respondió con una calma que estaba lejos de sentir y la prueba de ello, era su voz que salió más tensa de lo que pretendía.
Kala se puso de pie y se paró delante del escritorio, se cruzó de brazos con una expresión severa en el rostro. Para muchos, incluso para la misma Livia, podía parecer una exageración.
Sin embargo, Kala realmente estaba preocupada por su amiga. Sobre todo, por esa familia de mierda que se cargaba y que estaba segura, harían hasta lo imposible por sacarla del juego. No tenía pruebas, pero tampoco dudas.
—No esperaba verte aquí —musitó Livia, cerrando la puerta para que nadie en