41. Fue mi culpa
Livia agradeció no encontrarse a nadie en su camino. Se encerró en su habitación y no salió de allí en todo el día. Llamó a Anthony para darle instrucciones y por suerte, tampoco tuvo que darle ninguna explicación.
Su tío se mostró comprensivo, incluso le dijo que se tomara los días que necesitaba, que la mantendría al día con los asuntos de la compañía. Livia confiaba en que no la defraudaría. Sería demasiado terrible estar rodeada de tanta gente mala. Alguien, aunque solo una persona tenía que ser buena en esa complicada familia y de todo corazón, esperaba que ese fuera Anthony.
Luego de una ducha, Livia se metió a la cama. No comió, no tenía estómago para pasar comida y en algún momento de la tarde, finalmente se quedó dormida.
Los suaves, pero insistentes toques a la puerta consiguieron arrancarla de los brazos de Morfeo, Livia miró la hora en el reloj de la mesita de noche, era poco más de las seis de la tarde. Con un dolor punzante en la sien, se levantó, se aco