42. Déjame hacerlo
42. Déjame hacerlo
Los primeros rayos del sol se filtraron por las pesadas cortinas de la habitación de Knox en San Antonio. Abrió los ojos parpadeando un par de veces. Estiró la mano, buscando a Nova a su lado, esperando en vano que la puerta se abriera y Nikki entrara corriendo y se lanzara a sus brazos.
Se cubrió los ojos con el dorso de la mano, rogando al cielo que lo vivido durante los últimos días no fuera solo un bonito sueño. Estiró la mano y tomó su celular. Revisó las llamadas y al ver el nombre de Nova, el alma le volvió al cuerpo.
Knox sonrió, apartó las sábanas y salió de la cama. Hoy no era cualquier día, era el primero en una carrera contrarreloj para hablar con Isla y con su familia sobre su decisión de marcharse a vivir a Los Ángeles.
Corroboró una vez más el tiempo de la última llamada que le hizo a Nova y la hora. Tenía tiempo suficiente para darse una ducha y ponerse guapo para llamar a Nikki antes del colegio.
No demoró más de diez minutos. Salió de la habitación