Mundo ficciónIniciar sesiónLa mañana siguiente amaneció gris sobre la mansión. Mariano apenas había dormido; la imagen del rostro desencajado de Caroline y el silencio cargado de acusaciones aún lo perseguían. Se encontraba en el despacho, con la camisa abierta y el café frío entre las manos, cuando escuchó el motor de un auto acercarse a toda prisa.
Francesco entró casi sin anunciarse, con el rostro tenso y un brillo febril en los ojos. - “Mariano, tenemos un problema”, dijo Francesco apenas cruzó la puerta. Mariano alzó la vista, cansado. - “Si vienes a hablar de negocios, hoy no es el día”, expresó Mariano. - “No se trata de negocios”, lo interrumpió Francesco, dejando sobre el escritorio una carpeta arrugada. “Es Leonardo”. El nombre cayó como un golpe seco en la






