Cap. 11. La vida estaba a punto de cambiar
El mercado era bullicioso, la vida brotaba por cada esquina, desde los vendedores apresurados ofreciendo frutas y verduras frescas hasta el olor a pan recién horneado y charlas suaves de ofertas y regate con los compradores.
Caroline avanzaba a través de los puestos con precaución, intentando no llamar la atención sobre sí misma. Cada paso era un recordatorio de que debía ser fantasma, de que su pasado la perseguiría hasta la muerte. Había vivido encerrada durante demasiado tiempo, y sabía que, si no salía y respiraba, seguiría siendo prisionera.
Fue entonces que lo vio. Un hombre de mirada intensa y sonrisa fácil, que parecía moverse con la misma naturalidad que ella deseaba tener. Se chocaron ligeramente al tomar la misma manzana, y ambos se disculparon al mismo tiempo. Su voz, cálida y segura, hizo que Caroline sintiera un cosquilleo inesperado en el pecho.
- "Disculpa, no te vi", dijo él, sosteniendo la manzana con una mano mientras le ofrecía una sonrisa amable.
- "No, yo, ta