El centro comercial más exclusivo de Alemania estaba abarrotado de personas de la alta sociedad, cada una con sus bolsas de diseñador y asistentes personales. Alicia caminaba por los pasillos amplios y relucientes, observando escaparates con ropa de marcas que, aunque ya conocía, le parecían innecesarias en ese momento.
La orden de Dante había sido clara: “Compra lo que necesites para los siete días.” Pero Alicia no tenía intenciones de gastar su dinero en un capricho de él.
Aún así, después de un rato de dudar, terminó en una boutique seleccionando ropa cómoda, nada ostentoso, pero funcional. Cuando se dirigió a la caja, la dependienta sonrió con amabilidad.
—Todo ha sido cargado a la cuenta Moretti, señorita.
Alicia apretó la mandíbula. No debería sorprenderle, pero seguía molestándole el control que Dante ejercía sobre su vida.
Después de unas horas en el centro comercial, decidió ir a la cafetería para tomar un descanso. Justo cuando estaba a punto de disfrutar su café, una presen