La mansión Moretti en Milán permanecía en completo silencio. Las luces tenues del vestíbulo no lograban romper la sombra densa que flotaba en el aire desde el regreso de Alicia. Tras el rescate, había permanecido en una de las habitaciones de invitados, rodeada por médicos que Dante había traído personalmente para asegurarse de que no tuviera ni un rasguño. La había observado todo el tiempo desde el umbral de la puerta, en silencio, con los brazos cruzados y una tensión feroz marcada en sus hombros.
No había dormido. Ni él, ni ella.
Cuando la madrugada finalmente cedió el paso a los rayos de un sol pálido, Dante descendió las escaleras con decisión, el teléfono en la mano, Matteo esperándolo ya en el salón principal.
—Prepara el jet. Nos vamos a Estados Unidos. Hoy.
Matteo asintió sin preguntas, aunque sus cejas se arquearon con sorpresa.
—¿Y Alicia?
—Viene conmigo.
— Entendido Señor, solo quiero comentar con respecto al secuestro, no podemos expandir mucho, puesto que la Mafia esta m