83. La llamada de auxilio
Mientras tanto, los hombres de Claudia, confiados en su plan, no sabían que habían dejado rastros sutiles, un par de cámaras de tráfico que captaron el coche negro, un transeúnte que recordó la matrícula a medias, y la señal de teléfono que Eryx ya estaba rastreando. Cada pequeño detalle aumentaba las probabilidades de rescate, aunque para Marta, cada segundo era una eternidad de incertidumbre.
—Voy a enviarles las coordenadas de los vehículos que rastreamos —dijo Eryx —Cuando lo hagamos, seguimos un patrón que los obligará a detenerse. Marta, entiende que esto puede parecer caótico, pero cada paso está calculado.
—Sí… sí… —murmuró ella, secándose las lágrimas. Su voz estaba firme ahora, aunque su corazón aún latía con fuerza desbordante.
Eryx respiró hondo, cerrando los ojos un instante, sintiendo la presión de la situación. Su hijo estaba en peligro, y la furia, combinada con el amor profundo que sentía por Shaya y Eidan, se transformaba en fuerza pura. Cada segundo que pasaba era u