43. Celos e irás
Eryx se quedó solo, mirando la puerta cerrarse. En su mente, la imagen de Shaya brillaba con fuerza, contrastando con la oscuridad de los secretos que lo ataban.
Sabía que tarde o temprano tendría que elegir, protegerla o protegerse a sí mismo. Y en esa elección, todo el tablero de poder podía volcarse.
La gala había terminado, pero los verdaderos juegos apenas se estaban gestando en los pasillos oscuros. Dos reinas habían chocado, Shaya, la que renacía desde las cenizas, y Emilia, la veterana que no estaba dispuesta a perder su trono.
En paralelo, dos aliados incómodos —Claudia y Eryx— tejían sus propias estrategias, unidos por un secreto que podía explotar en cualquier momento.
Y en el centro de todo, Santiago. Atrapado entre la devoción ciega de su madre, la obsesión de su esposa y el magnetismo imposible de la mujer que decía odiar, pero a la que aún no podía dejar ir.
El tablero estaba listo. Y Shaya, con su sonrisa fría, sabía que la próxima jugada sería la más peligrosa.