22. La Oferta Velada
La velada en aquel club exclusivo parecía diseñada para convertirse en un tablero de ajedrez. Las luces eran tenues, bañando de dorado los rostros de los presentes, mientras la música suave de un piano recorría el aire como un perfume elegante y calculado. Shaya, con su vestido de seda negra que delineaba sus curvas con un aura de misterio, se encontraba entre tres hombres que no solo imponían con su presencia, sino que tenían el poder de torcer el destino de quienes se cruzaban con ellos.
Ren, sentado apenas unos asientos más allá, mantenía sus ojos rasgados clavados en Verónica. Era un hombre imposible de ignorar, postura recta, mirada impenetrable, el rostro que parecía esculpido para intimidar y seducir a la vez. Aquella fijación no pasó inadvertida para Shaya. Sonrió con malicia, con esa chispa nueva que se había encendido en su interior desde que prometió no dejarse humillar nunca más.
—Señor Ren… —dijo con voz sedosa, apenas audible, como si compartiera un secreto íntimo—. ¿Aca