Este día había sido un tanto estresante, la prueba de estadística terminó por freírme el cerebro y por desgracia había aceptado el turno de noche hoy en el bar, pues Jeremías estaba con un resfrió de la puta madre.
—Iré a buscar unas cosas a la bodega—me grita Dom y yo hago mi cara de ve con dios hermano para que siga su camino, estoy terminando de pulir unas cuantas copas cuando el espécimen más bello que haya visto en este mundo entra por esa puerta y lo juro, si no fuera porque me encantan las mujeres me lo como con papitas al velador, ya me entienden.
Se acerca hasta la barra con ese porte de como diez metros de altura, con los músculos a punto de salirse de su traje a la medida que ya veo que puede explotar si se mueve un poquito más y se sienta en la barra frente a mí.
—Una botella de tu mejor whisky y hielo, por favor— Se acomoda y me lanza su tarjeta negra para que me quede más que claro que no es broma lo que está pidiendo, pero wow no estoy impresionada por la tarjeta o por