Cap. 6 Vamos a casa.
Una alianza forzada y peligrosa quedó sellada en el aire cargado de la sala.
Ares asintió ante la propuesta de Dayana. Claro que quería que recordara. Era la clave que había estado buscando con ansia desde que despertó.
—Bien, Dayana la rebelde —concedió, con un dejo de ironía amarga,
—Vamos a casa. Comenzaremos las sesiones con el psicólogo de inmediato y…
—Ni lo sueñes —lo interrumpió ella en seco, como cortando un hilo.
—No me muevo de la casa de mi tía. Será a mi manera. A mi ritmo. Y a esa casa no vuelvo mientras esa zorra esté ahí. No comparto techo, ni aire, ni código postal con tu amante. Punto.
Los ojos de Ares brillaron con una chispa de impaciencia y una frustración tan profunda que casi podía tocarse. Pero, tras un forcejeo interno visible, aceptó con la mandíbula tan apretada que parecía que le crujirían los dientes.
—Bien. Te llevo —cedió, tomándola del brazo no con delicadeza, sino con la firmeza de quien asegura a un prisionero valioso, y la sacó de la sala del desastr