Cap. 21 La Transformación.
Una sonrisa casi imperceptible, de puro respeto profesional ante una jugada magistral, curvó los labios de Ares.
—Cristalinamente claro —respondió, y cada sílaba sonaba como el golpe de un martillo sobre un yunque.
—Y permíteme corresponder a tu claridad.
Se inclinó ligeramente hacia ella, su mirada ya no era la de un esposo, ni siquiera de un aliado, sino la de un comandante, estableciendo el protocolo de una misión de alto riesgo.
—Si tú, en tu inmersión en el papel de "loca desesperada", te dejas llevar por el fervor teatral y, con una imprudencia, pones en riesgo real la seguridad de nuestro hijo… —hizo una pausa letal— yo tampoco tendré juicio. No habrá discusión.
Su voz se volvió un susurro de hielo.
—Actuaré. De inmediato y sin remordimiento. Para neutralizar la amenaza.
Sus ojos se clavaron en los de ella, sin pestañear.
—Incluso si esa amenaza… eres tú.
El aire en el penthouse pareció congelarse. No era una amenaza por despecho; era una declaración de principios. El bebé era