Cap. 22 ¿Y ahora?
Dulce, envalentonada por el silencio de Bárbara, bajó un par de peldaños.
—Dayana, deberías aceptarlo. Ares ya no te quiere. Me quiere a mí. Y a nuestro hijo. —Pasó una mano sobre su vientre con un gesto de posesión que le retorció las entrañas a Dayana.
—Lo siento por tu pérdida, de verdad. Pero la vida sigue.
Esa fue la gota que colmó el vaso. No por el personaje, sino por la mujer.
Dayana dejó de llorar. Se secó las lágrimas con el dorso de la mano, con un gesto brusco e infantil. Su respiración era entrecortada, pero cuando alzó la vista, sus ojos tenían una luz diferente: no de locura, sino de una claridad aterradora.
—¿Lo sientes? —preguntó, su voz ahora era un hilo de voz ronca.
—¿De verdad lo sientes?
Dulce frunció el ceño, confundida por el cambio de tono.
—¿El qué?
Dayana señaló el vientre de Dulce con un dedo tembloroso.
—Por él. Por el bebé. —Una sonrisa triste y extraña se dibujó en sus labios.
—Porque yo también lo siento. Todos los días. Desde que… desde que perdí al mí