El pasado era un peso que siempre había llevado conmigo.
Una sombra que se aferraba a mi piel, recordándome que mi apellido no era solo un nombre, sino una sentencia.
Pero ya no más.
Ya no.
La decisión se sintió como un salto al vacío.
Sabía que no había vuelta atrás.
Que una vez que lo hiciera, el mundo en el que había crecido se cerraría para siempre.
Pero no quería seguir viviendo con miedo.
No quería seguir huyendo.
Así