El límite roto

Esa madrugada mientras intento dormir recordando lo sucedido, comprendo que la verdadera amenaza no es perder mi libertad. Si no el deseo prohibido que empieza a envenenarla.

Debo salir de aquí antes de que sea demasiado tarde y quedé atrapada en el gran huracán que es Remy si me dejo arrastrar por el, pronto no seré dueña de mis pensamientos.

Los días con el son cada vez más insoportables, estamos en guerra y no debo olvidar que solo soy un juguete más en esta mansión.

Este día está un poco frío, decido bajar por un poco de chocolate a la cocina, la mansión está más silenciosa de lo normal: el personal de servicio brilla por su ausencia.

Para llegar a la cocina debo atravesar el salón y pasar justo enfrente de su despacho, entre más me acerco, logro escuchar murmullos y pequeños gemidos, trato de ignorarlos y pasar de largo.

---No es asunto tuyo Rebecca---

Le dictó a mi conciencia para poder continuar mi camino a la cocina; pero como dice aquel dicho: "la curiosidad mato al raton" trate de abrir despacio la puerta y para mí sorpresa no tenía llave.

Entre abri la puerta para poder observar de quien provenía esos gemidos y vaya que me sorprendió era de la misma rubia oxigenada llamada Tiffany estaba de espalda con la cara sobre el escritorio.

Sus mejillas estaban rojas, el cabello revuelto y el vestido subido hasta la espalda su trasero quedaba al descubierto, Remy estaba colocado a su espalda invistiendola con fuerza.

Era rudo, salvaje y muy dominador. Ella solo gemía pidiendo más y moviendo su cadera para que la penetrara más profundo

Ver está escena hace que mi intimidad palpita, la necesidad de ser yo y no ella nace en mi interior, ver como disfruta profanar su cuerpo me llena de envidia y una rabia que no sabía que podía sentir quiero arrancarle los cabellos y sacarle los ojos.

Por estúpido del destino me resbale y abrí de golpe la puerta en cuanto Remy me vio caer soltó las caderas de Tiffany y se abrocho el pantalón

-- ¿Que haces aquí? -

Su voz fría y autoritaria me hizo temblar; pero la risita estúpida de Tiffany, era lo que más molestaba, no dije una sola palabra y gire para irme, pensé que me detendría como en muchos libros e historias de amor que alguna vez había leido; pero para mí sorpresa no lo hizo.

Subí a toda prisa las escaleras dejando atrás aquel despacho y aquella escena, dónde claramente " Tiffany" había ganado.

Llegué hasta mi habitación y cuando estaba a punto de cerrar la puerta, una fuerte mano, me impidió cerrarla.

---- ¿Me puedes decir que haces?--- lo rete con la cara elevada

--- ¿Por qué entraste?

---- Si le pusieras bosal a tu amiga---mi tono sarcástico creo que lo emociono

Una sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro, aunque estaba en la puerta, no le permitiría pasar por ningún motivo.

----¿ Estás celosa.... dime querida florecita?

¡Florecita!! literal el hombre a Caba de coger con otra y viene aquí a hacerse el irresistible, tremendas bolas que tiene este tipo.

Cruzo los brazos para verme más autoritaria ---- Me llamo Rebecca, no florecita---

Remy cambio de actitud drásticamente cuando le dije mi nombre, su faceta coqueta termino y el hombre frio y controlador apareció.

---- "Tu nombre no me importa... te llamaras como yo quiera ..Recuerda, florecita eres mia"

Desde ese día la situación se vuelve insoportable, cada encuentro es una guerra silenciosa. Palabras cargadas de odio y deseo. Intento mantener la distancia recordando que no soy una invitada, si no su prisionera, que no debo sentir más que odio; pero el cuerpo no siempre entiende la razón.

Una tormenta interrumpe la calma de la noche. La mansión queda envuelta en oscuridad y me atrevo a recorrer los pasillos, buscando una salida, una ventana abierta está es mi perfecta oportunidad para escapar.

Pero en la oscuridad una silueta se hace presente, como si Remy hubiera sabido que intentare escapar. Me confronta sin violencia; pero con un magnetismo imposible de ignorar. Me arrincona a la pared, su cuerpo y su cara están tan cerca que puedo sentir su respiración.

--- "¿Sabes lo que me enfurece de ti?" --- su voz es un susurro afilado--- que incluso cuando me desafía, lo haces temblando y aún así no puedo dejar de mirarte.

El contacto es mínimo, un roce de sus labios cerca de mi cuello, suficiente cerca para incendiar mi cuerpo y odiarme por ello, por dejar que el tomara el control. Lo empujo; pero es tan fuerte que apenas lo muevo, intento gritarle, pero mi voz se quiebra entre la rabia y el deseo.

El no me besa. No necesita hacerlo. Se retira con una sonrisa oscura, dejándome atrapada en mi propia contradicción. Entre querer escapar o querer sentir mas.

Esa noche sola en mi habitación, lo he entendido que el verdadero límite ya no es físico. Está marcado dentro de mi roto por el veneno de la obsesión.

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