Naomi tragó saliva, esforzándose por mantener la calma. — No sé de qué habla.
Patricia sonrió sin humor. —Naomi Ross. Estudiante de último año de Derecho. Felicidades, buena elección vocacional. Una mujer hermosa, inteligente, independiente, con una meta clara. Entonces, ¿por qué mi hijo? ¿Tienes algún interés sentimental en él, o tuviste el valor de acostarte con él solo para mandarlo a prisión?.
La pregunta fue un puñetazo en el estómago. El aire se le escapó de los pulmones. Naomi, con la garganta seca, se obligó a responder. —Señora, no estoy obligada a contestar sus preguntas, pero ya lo he dicho: no me entregué a su hijo por voluntad propia. Él abusó de mí.
—Entiendo.— dijo Patricia, cruzándose de brazos. —Derek puede tener muchos defectos. Es arrogante, egoísta, incapaz de sentir empatía. No es un hombre fácil de querer, pero es mi hijo y lo amo tal como es. Sin embargo, no soy ciega a sus errores. Sé cuándo se equivoca.
—Magistrada, ¿está intentando persuadirme?— Naomi la desa