Mundo ficciónIniciar sesión—No sabía que tenías familiares en el hospital Santa Helena —dice Sophia arrancando su coche.
—Si… Mi padre está un poco enfermo —respondo sin querer dar demasiados detalles. Sophia es la hermana de mi jefe, y aunque luce tan amable, no puedo evitar tenerle algo de miedo y querer guardar cierta distancia con ella, pues no estoy segura de que cosas podría compartir con Victor Silverstorm, y no quiero darle mayores motivos a esa bestia para torturarme. —Que tristeza, espero que se recupere pronto —dice Sophia de la misma manera amable. Ambas guardamos silencio por algunos minutos, mientras su coche avanza por las calles del centro de Chicago que están bastante llenas a la hora de salida de los trabajos, así que el tráfico es una pesadilla. —Lo lamento, no pude evitar quedarme preocupada por ti hoy, ¿Estás segura de que todo está bien? —pregunta ella mirándome de reojo. —Si, solo fue un día pesado —respondí de manera tímida. —Lo siento mucho, mi tonto hermano mayor tiene la mala costumbre de comportarse como un idiota con sus empleados. —Y que lo menciones… —respondo recordando todo lo que me hizo esta mañana. —¿Qué fue lo que te dijo? Una vez más vuelvo a dudar, mirando de reojo a la hermosa mujer que está sentada junto a mi. quien sonríe con dulzura, que me hace pensar que puedo hablar con ella y desahogarme de todo este dolor. —Creo que empezamos con el pie izquierdo, eso es todo. El señor Silverstorm me ha estado regañando desde que me presenté esta mañana en su oficina, primero porque supuestamente no se tocó la puerta, luego porque no tenía en su escritorio el periodico del día, y luego porque no sabía preparar su café —resumo con voz suave. —Ay no, por favor dime que no te lanzó el café y por eso terminaste con la ropa manchada —pide Sophia angustiada. No quiero mentirle, por lo que guardó silencio. Pero ella claramente se da cuenta de la respuesta, e indignada golpea el volante de su coche con una de sus manos. —No puedo creerlo, en serio es un idiota, mañana va a escuchar lo que tengo que decirle —Sophia se queja con furia—. En serio lo lamento Christina, mi hermano es simplemente insoportable, por favor permíteme encontrar una manera de compensarte por sus tonterías. —¿Compensarme? —pregunto confundida. —Si, lo más dañado por el café son tus zapatos, lo siento pero creo que no podrás recuperarlos… Mirando mis piernas, me doy cuenta de que mis zapatos de tacon negros estan llenos de café, el cual tal vez por lo caliente que estaba cuado me lo lanzaron, o simplemente por mala suerte, tienen parte del cuero que los recubre gravemente dañados, algoq ue me hace jadear con sorpresa. —Si… Lo siento mucho. Podemos enviar tu traje a la tintorería, pero tus zapatos… —Sophia luce muy arrepentida—. Mira, haremos una cosa, yo tengo muchos zapatos negros de cuero en mi departamento, ¿Por que no te regalo un par? —No, no creo que eso sea una buena idea —intento negarme de inmediato. ¿Recibir sus zapatos? No, eso es una terrible idea, un solo par de sus zapatos debe costar una fortuna, no hay manera de que yo pueda aceptarlos… —Por favor, yo insisto, además mi apartamento no está tan lejos del centro, te prometo que no tardaremos ni cinco minutos —asegura Sophia cambiando la dirección de su coche—, es la manera de reparar los errores de mi estupido hermano. ¿En qué demonios me metí? Entrar en su coche fue una pésima idea, y ahora no tengo manera de negarme, solamente pudiendo permitir que la hermana de mi monstruoso jefe me lleve a su casa para darme unos zapatos que no puedo aceptar… Aunque sigo intentando negar, Sophia me lleva a un lujoso edificio en el centro de la ciudad, donde tras entrar en el estacionamiento, ella prácticamente me arrastra hacia el ascensor y me lleva a su pent-house, un lugar tan lujoso que parece un palacio. —Por favor señorita Silverstorm, se lo pido, no puedo aceptar sus zapatos —suplico todavía intentando huir de ella. —Yo insisto, además, no debes temer por mí… Yo no muerdo… Tomándome de la mano con tanta fuerza que me hace daño, solo puedo permitir que Sophia me arrastre hacia el interior de su Pent-House, donde ella cierra la puerta detrás de nosotras e impide mi escape, dejándome encerrada a su lado en ese sitio tan lujoso. —Señorita Silverstorm por favor… —intento suplicar, ya que esta situación es demasiado extraña. —¿Sabes que es curioso, Christina? Cualquier otra persona en tu situación estaba sumamente feliz, deberías sentirte agradecida por el favor que estoy a punto de hacerte. Ignorando por completo mis súplicas, Sophia continúa con su camino al interior del Penthouse, y sin tener más opción, decido seguirla, sabiendo que estoy encerrada aquí a su lado hasta que ella me permita irme. —Señorita Silverstorm se lo suplico… —intentó pedirle de nuevo. —¿De que enfermó tu padre? —pregunta ella con curiosidad, cuando ambas nos detenemos en la sala principal de su departamento. —¿Disculpe? —pregunto confundida. —Si, en tu expediente solo decía que estaba enfermo, me pregunto de que… La fachada amable de Sophia Silverstorm se cae, y mientras ella se pasea por su sala, puedo notar que tiene la misma mirada aterradora en sus ojos, la misma que su hermano, como un depredador observando a su presa. —Oh sí, está en coma por una contusión cerebral grave, que tonta, cómo pude olvidarlo —dice Sophia con una sonrisa, sentándose en un sofá con calma. —¿Cómo sabe eso? —pregunto desconcertada, ya que no le dije a nadie sobre mi padre en el trabajo. —Yo sé muchas cosas sobre ti, Christina Galloway, tantas que te sorprenden —responde Sophia con un tono misterioso. Antes de que pueda volver a preguntar, observó cómo un grupo de hombres amenazantes entran en la sala desde puertas opuestas, dejándome completamente encerrada en la habitación, algo que acaba por completo con mis nervios. —Esta bien señorita Silverstorm, aceptaré los zapatos, pero por favor quiero irme —pido desesperada, observando esta peligrosa situación. —Ay tontita… ¿De verdad piensas que te traje aquí por unos zapatos? —cuestiona Sophia con un tono de voz burlón— Tal vez eres más estúpida de lo que creía… Haciendo una señal, observo como uno de esos hombres amenazantes se acerca a Sophia y le entrega unos documentos, que luego ella deja en la mesa de café entre nosotras. —Te traje aquí por que desde ahora en adelante tu ya no trabajaras para mi hermano, vas a trabajar para mi —me informa ella de manera fría. —¿Para usted? ¿Qué es lo que quiere de mí? —pregunto confundida. No tiene sentido, yo solo soy una simple asistente. Si, se que soy la asistente del señor Silverstorm, pero no manejo documentos demasiado importantes, y sobre mi hay muchos más empleados con mayor información y relevancia en la empresa. —Tu, Christina Galloway, me darás un bebé —responde ella de manera maliciosa.






