EL GUARDAESPALDAS DE MI HERMANO: 7. Ojos de amor
Sabía que no podía tratarse de nada bueno. Lo confirmó en cuanto contestó.
— ¿Cómo diablos ha podido suceder eso? — cuestionó y echó la cabeza hacia atrás soltando una maldición — Mantente informado.
Entonces colgó, lanzó el móvil a la cama y clavó las palmas en el ventanal de su habitación, pensando en cómo carajos iba a darle una noticia como aquella a Elizabeth.
De pronto, escuchó la puerta abrirse. Ladeó la cabeza creyendo que se trataría de ella.
Sonrió en cuanto descubrió a Raquel allí, bajo el marco de la puerta, enfundada en aquella preciosa pijama rosa que él mismo le había regalado y con ese ocho de peluche que antes había sido de él y estuvo guardando durante años.
— ¿Leonas? — llamó ella, angelical, estrujándose los ojitos.
— ¿Qué pasa, eh, pequeña? — la invitó a pasar.
— Es que no puedo dormir. Creo que hay un monstruo bajo mi cama.
— Mmm, así que un monstruo, ¿eh? — la cargó, ella asintió con ojos tiernos — ¿Qué te parece si esta noche duermes aquí, conmigo?
— ¿P