55. Era una mentirosa
Mientras se acercaba a la habitación, se escuchaban lamentos y sollozos.
— ¡Mi bebé! ¿Dónde está mi bebé?
Santos entró a la habitación, notando cómo dos doctores intentaban mantenerla en control.
— ¡Déjenla! — exigió, molesto de que le pusieran una mano encima. Los doctores hicieron paso — ¡No pago una fortuna en este hospital para este tipo de trato!
— Solo intentamos tranquilizarla por su bien, señor.
— Me importa un carajo — gruñó antes de acercarse a ella.
— ¿Qué hicieron con mi bebé? — sus ojos grises estaban inundados de lágrimas y miedo.
— Tranquila, está bien, tuvieron que hacerte una cesárea porque te complicaste — le explicó con cariño.
Ella lo miró recelosa.
— ¿Y por qué no me dejan verlo? ¿Dónde está? ¡Por favor tráemelo!
— Está en una incubadora. Pero es por su bien.
— ¿Qué? Pero… ¿Por qué? ¡No! ¡Quiero verlo! ¡Quiero ver a mi bebé!
— Tranquila, por favor, no te hace bien. Pronto podrás verlo, pero si sigues así de alterada, solo atrasarás ese momento. Te prome