33. Quédate esta noche, Beth
Se quedó en silencio por varios segundos.
— ¿Qué? — preguntó en un hilo de voz.
Él le frotó los brazos.
— Sí, Beth, no tienes por qué seguir viviendo ese infierno, y si tú me lo pides, yo… haría cualquier cosa.
La mujer parpadeó.
— Leonas, yo…
— Te sigo amando, Beth — confesó con certeza, provocando que un segundo después ella lo mirara como si hubiese dicho algo irreal.
— ¿Me… sigues amando? — averiguó un tanto incrédula.
Él asintió.
— Nunca he dejado de hacerlo. Te he amado desde el primer día y estoy completamente seguro de que lo haré hasta el último de mis días — sus palabras no podían ser más sinceras, y había esperado por ese momento durante muchísimo tiempo.
Contrariada, ella negó con la cabeza y se alejó un par de pasos. Él la miró extrañado.
— ¿Beth…?
— ¿Cómo puedes seguir amándome? — quiso saber — ¿Cómo puedes seguir haciéndolo después de lo que te hice?
Leonas solo se encogió de hombros y sonrió con tristeza.
— No te niego que intenté dejar de hacerlo después